martes, 24 de abril de 2012

Buenas noches y buena suerte.

La máquina del tiempo que ha puesto en marcha el gobierno de este país situara a RTVE de nuevo en el año 2005, con el mismo presupuesto, con la misma dependencia política, con las mismas dudas y el mismo oscuro futuro.

Muchos, a tenor de la historia reciente de RTVE, se preguntaran si existe un modelo de radio y televisión pública, si la nueva Corporación pública no es un espejismo que pudiera desaparecer como vapor de agua en un día soleado. Los trabajadores de la actual Corporación, también muchos antiguos trabajadores del Ente Público, hemos vivido en la crisis permanente al albur del gobierno de turno. Hemos visto como cambiaban direcciones de empresa una y otra vez a consecuencia de la incuestionada alternancia política de este país, mal gestionando el erario público y acumulando deuda sin freno.

Muchos, entre los que me encuentro, nos alegramos cuando un gobierno “de turno” tuvo la sugerente idea de independizar RTVE de los poderes políticos y asegurar un amplio consenso en la tutela de la radio y la televisión de todos los españoles. La profesionalización del Consejo de Administración y el mandato que se les entregaba nos hacían soñar con un nuevo tiempo, una mayor estabilidad y el cumplimiento de la función que se nos encomendaba, pero no fue así.
Aquel gobierno tuvo buenas intenciones, pero le falto el impulso necesario, la convicción última para completar una buena idea. Siguió manteniendo políticos al frente del Consejo, amigos que contentar, directivos interesados y mantuvo una financiación difusa que enquisto a la nueva RTVE en el centro de la disputa política y en el mercadeo.

Ahora, otro gobierno de turno, achuchado por sus voceros mediáticos ha decidido retomar el control de la radiotelevisión pública de titularidad estatal por la vía de la mayoría absoluta que le respalda, desprofesionalizar el Consejo de Administración y retirar del mismo a los agentes sociales. Ese mismo gobierno permitirá la privatización de las radiotelevisiones autonómicas, todo a golpe de decretazo, imprimiendo un carácter no exento de cierta nocturnidad a la medida. ¿Dónde irá a parar la necesaria y proclamada independencia política y pluralidad de los medios de comunicación públicos? Sabiendo, como sabemos, que al resto, los medios privados, ni se les conoce ni se les espera en ello.

Lo peor pasa por el “sin plan” que están utilizando para acabar con CRTVE, asfixiándola económicamente, lo que supondrá sin producción y sin audiencias, un bocado fácil para su desintegración o liquidación.
¿Quién paga los platos rotos? La ciudadanía, sin duda, y los trabajadores. Al final la construcción de la sociedad de la información, se apoyará sobre una única pata y pensamiento, el del mercado que controla a los medios.

Tan errático modelo de radiotelevisión pública nos indigna y no nos consuela que para la sanidad, la educación y otros servicios esenciales ocurra lo mismo. Quieren acabar con todo ¿O no?

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