martes, 15 de enero de 2013

Medios de comunicación públicos ante el abismo.

El análisis de la orientación ideológica de medios de comunicación desde el punto de vista de quién detenta la propiedad de cada medio parece estar hoy día muy denostado.

Los medios privados, su lobby de presión y en muchos casos los poderes públicos eximen de cualquier dependencia a estos, argumentando un único interés económico, la obtención de beneficio para sus accionistas, exento según estos de partidismos e ideología. De otro lado, los medios públicos al detentar su propiedad la ciudadanía, eso sí mediante el gobierno de turno, se espera de ellos independencia y pluralidad, luego ¿Por qué se cuestiona su credibilidad más que a los privados? Precisamente por que quién detenta su propiedad exige una rentabilidad social en forma de credibilidad y calidad.

La audiencia, los ciudadanos que con su atención a una u otra cadena de televisión otorgan a esta un ranking expresado en puntos de share, si tiene ideología y/o simpatiza con algún partido político. Una parte prefiere alimentar su necesidades informativas y culturales con platos conocidos preparados a su gusto, sin embargo la mayoría prefiere que no le mientan, aunque no le guste lo que le cuentan, y prefiere conocer todas las versiones, en definitiva busca credibilidad. Y la única fórmula conocida es mediante la independencia y la pluralidad, que consigue satisfacer a esa mayoría que desea una información veraz, objetiva e imparcial, aunque pueda parecer utópico.

Entonces un medio de comunicación privado que depende de un grupo financiero donde existen conexiones con grupos de poder para implantarse al más alto nivel, que recibe ingresos de otras empresas, de iguales características, en concepto de emisión de mensajes publicitarios, donde el lobby que defiende el negocio tiene como misión allanar el camino de la competencia y adecuar el mercado a sus necesidades, podemos hablar de independencia ¿Existe algo más dependiente? Propiciar el modelo de mercado y el beneficio económico anteponiéndolo a las personas, a la sociedad no es ideología, en concreto, es una determinada ideología.

Por tanto, solo nos quedan los medios de comunicación públicos para satisfacer las demandas de la sociedad, en su forma de audiencia. Hasta el año 2007 los medios públicos de titularidad estatal o autonómica ostentaban el dudoso honor de ser el altavoz del partido gobernante en cada caso. La nula independencia de sus órganos de gestión, la inexistencia de una institución supervisora, la falta de regulación de los procesos de producción e información produjeron un caldo perfecto condimentado al gusto del gobierno de turno. La ley 17/2006 por la que se creo la Corporación RTVE permitió romper esa dinámica, o al menos abrir una brecha que todos hubiéramos deseado se consolidara, y digo “todos” por los índices de audiencia y aceptación conseguidos por RTVE, desde su creación hasta finales de 2011, obtenidos por los medios de cuantificación existentes.

En estos momentos de crisis económica esa determinada ideología esta mercantilizando servicios públicos esenciales entre los que se encuentran los de información. Y son esenciales los medios de comunicación públicos no solo porque lo diga la ley, sino porque la inmensa mayoría de los españoles se informa a través de la pequeña pantalla o escuchando la radio, y por tanto, configura sus opiniones en virtud del mensaje recibido. El equilibrio razonable del sistema no se consigue por mecanismos de mercado, véase lo sucedido en el sistema financiero mundial o en el mercado inmobiliario español. De hecho la burbuja mediática española creada a base de múltiples concesiones de canales de TDT supone uno más de los problemas económicos de este país. Así pues, tras su estallido con la reducción o supresión de canales autonómicos, la pérdida de la publicidad y las reducciones presupuestarias de RTVE y los grandes grupos audiovisuales fusionados, se ha creado un duopolio que con menos inversión consigue mejores rendimientos de audiencia, lo que supone a su vez una disminución de la calidad del producto ofrecido. Pero los ingresos no acompañan a satisfacción de sus inversores, y estos reclaman nuevos nichos de negocio ¡Eureka! Tenemos la solución, dar servicios a terceros. ¿A qué terceros? Fácil. Lo que antes hacía el sector público ahora lo hace el privado. Receta que vale para todo, sanidad y educación incluidos.

Tras haber arruinado y demonizado la gestión de lo público ante los ciudadanos, utilizando los medios de comunicación públicos afines, y privados, esos que así mismos se llamaban independientes pues solo buscan beneficios, nos encontramos en el caso de Telemadrid o la Ratiotelevisión Valenciana. Ejemplo en el que se mata al mensajero para dar beneficio al mercado, que no nos engañemos este tiene nombre y apellidos escondidos tras las consabidas siglas “S.A”. El trabajo del lobo, perdón lobby (def RAE: Grupo de personas influyentes, organizado para presionar en favor de determinados intereses.) realizado para modificar la ley y poder así externalizar, privatizar el servicio de comunicación audiovisual autonómico, está recogiendo hoy sus frutos, pasando por encima de más de 2000 familias que se quedaran en el paro, en un sector destrozado. Al igual que en tiempos pretéritos consiguió despojar a RTVE de la publicidad a cambio de una ley de financiación chapucera.

Esto no para aquí, el mercado es insaciable y el neoliberalismo que lo sustenta en la gobernanza de los estados ha visto un filón en las políticas de austeridad que ellos mismos pregonan para la crisis, que ellos mismos han provocado.

Hay otras versiones pero ya las conocéis, elige la que más te guste o la que se ajuste a la realidad.