lunes, 14 de mayo de 2012

Tormenta social

De qué oscuro lugar de nuestra mente, de nuestro corazón, de nuestra alma proceden esa falta de solidaridad, de individualismo, esa competitividad desaforada, esa necesidad de humillar al adversario, esa indiferencia, ese egoísmo patológico que sufrimos los individuos en nuestra sociedad. Sera esto condición humana, aunque parezca poco humano.
Me pregunto ¿Para que haya ricos tiene que haber pobres? ¿Habría buenos si no existiesen los malos? ¿Para que haya patrones tiene que haber obreros?

Que diversidad; buenos y malos, ricos y pobres, rubias y morenas, altos y gordos, feos y guapos, listos y tontos, aprovechados y victimas. Que fauna recorre todos los días nuestros telediarios. La cultura del pelotazo, del “si yo pudiera también lo haría”, del tráfico de influencias, de pasar la mano por el hombro del poderoso, del “me lo llevo”, de hacer el egipcio. Una suerte de ética sin moral, insolidaria por excelencia, se ha impuesto como dogma de fe.
Cuando a todo el mundo se le llena la boca de recuperar la cultura del esfuerzo, de eficacia y eficiencia, de pedir la excelencia, cada uno de nosotros en nuestro fuero más interno solo deseamos ese golpe de suerte que no aparte de la inmundicia cotidiana, del resto de apestados como nosotros. Mientras tanto resignación y buscarse la vida aunque haya que pisar al compañero (entre comillas). Solo buscamos el amparo de muchos cuando tenemos el mismo problema que esos muchos, entre tanto “si te he visto no me acuerdo”. Todos los tópicos y todo lo típico de nuestra sociedad, en nuestro refranero.

¿Habremos llegado a pensar que hay otras soluciones? Y si entre todos cambiáramos las cosas, sí nos unimos “los parias de la tierra”, si entre todos reclamamos justicia y solidaridad. La utopía dicen muchos. Los radicales les llaman otros. La revolución alertan algunos.

¿Quién quiere convenios colectivos? La democracia está sobrevalorada. El sindicalismo es arcaico. Los políticos y sindicalistas son unos vividores y aprovechados. Se hartan de decir, de escupir aquellos que solo conjugan verbos en singular y primera persona. Sus razones tendrán o no. Mientras tanto la vida sigue y hay gente, mucha gente, que quiere seguir cuestionándolo todo en su conjunto, y muy por lo particular “de dónde venimos y donde vamos”, yo añadiría sí solos o acompañados.