lunes, 16 de julio de 2012

Marcha atrás

Vivimos un “déjà vu” constante al ver RTVE. La anorexia financiera a la que se somete a la principal cadena pública de radio y televisión se expande como un virus en la programación de sus canales donde los programas se reemiten hasta la extenuación, y algunos lo están francamente.

La enfermedad diagnosticada “no hay ni un euro”, y menos para quienes han dicho lo que otros han callado, servilmente, del doctor elegido democráticamente para salvarnos de la crisis “aunque las medidas sean horrorosas” , como ha dicho su portavoz este mismo fin de semana, “que para eso nos han votado”.

La sintomatología es evidente, menos audiencia, menos servicio público, menos programas, menos producción interna, menos pluralidad, menos objetividad, menos mineros en las calles, menos revueltas sociales en los telediarios, menos democracia en nuestro país. Y menos trabajadores a la postre, que se lo pregunten a los compañeros de la radiotelevisión Valenciana.

La medicina elegida “recortes”, también llamados “ajustes” o “reformas” o “medidas para mejorar la competitividad y fomentar el empleo”, como bajar el paro al 50% el séptimo mes para incentivar la búsqueda de trabajo. O es que piensan que va a haber muchos parados y eso cuesta una pasta.

En un país donde los convenios colectivos valen menos que un pagare de Grecia, donde los derechos de los trabajadores son pisoteados, donde un desahuciado debe financiar con sus impuestos a los bancos, no interesa tener una radiotelevisión independiente, no interesa tener sindicatos que movilicen, si interesa tener a la policía contenta, sí interesa tener una buena selección de futbol y volver a programar toros. Y el modelo es RTVV.

Quieren acabar con todo y no quieren que lo contemos. Es decir con lo primero que van a acabar es con el mensajero

Así son las cosas y así se las hemos contado, sin querer remedar a nadie de infausta memoria, aunque no hay nada malo que no sea susceptible de empeorar.